Felices son los que tienen televisión y cable en su necesidad espiritual, puesto que a ellos pertenece el reino de los cielos.
Algo tan poderoso, que los hombres han hecho todo lo que tienen a su alcance por aparecer en ella un momento, pareciera que su exposición es inevitable en cualquier lugar al que se asiste, es tan efectiva que ha sido utilizada para controlar y anestesiar la pulsión, se ha vuelto tan personal que el ser humano promedio desde que alcanza los dos años de vida, mira de entre 3 horas con 45 minutos a 4 horas con 15 minutos por día, casi 10 años de su vida si es que alcanza entre los 65 y 70 años, es decir, un poco más de 50 días de programación anual, casi un tercio de su vida ¿“consciente”? despierta, el niño al comienzo no sabrá distinguir entre propaganda, comerciales, programas, o simplemente que la mayor parte de esa transmisión está diseñada para programarlo en un consumidor neurótico, es decir; tratar de ofrecerle algo que lo más probable no pueda conseguir en su vida, es decir una realidad faltante, la falta engendra el deseo.
¿Realmente que promete hoy en día la televisión de paga y la “señal libre”
Por una parte es solidaria con los objetivos conductuales que convienen a los jefes de los jefes de los jefes de los jefes, o séase; los sujetos patológicamente obsesionados por la supuesta comodidad que ofrece la acumulación desmesurada de poder, esos que procuran hacerte soñar lo que ellos quieren, a través de éste medio pueden acceder al inconsciente y domesticarlo, comprobando que el deseo pro-viene del otro, aquellos que fabrican deseos desechables, los gravan, los venden a otros que pretenden ser igual a ellos, la insatisfacción en bruto, envuelven en golosinas visuales la miseria disfrazada de folclor, la decadencia cubierta de tecnología paralizante.
No podría decir que la vida de la programación televisiva privada o pública es completamente desechable y vacía, sin embargo hoy, el 95% de ella lo es, para algunos es la esclavitud doméstica, sujetos a quienes el único escape de la realidad se encuentra en e el televisor y gozar de alguna emisión, que parecieran ser tan variadas pero realmente sólo ofrecen una visión del mundo, una visión de consumo, relaciones superficiales y acumulación de poder.
El hacer consciente el factor inconsciente, dosificado constantemente por las emisiones repetitivas de las cadenas televisiva, es decir; hacerse de la capacidad de elegir consciente-mente, el ser parte de la esclavitud doméstica y social con la que arremete el medio audiovisual, el enemigo más letal no se encuentra afuera, en las televisoras, no son realmente los conductores des-informantes, los dueños de los medios, el peligro está más cerca, en lo inconsciente del acto que arremete contra el sujeto mismo.
Leer, respirar, correr, cantar, bailar, pintar, besar, amar, cambiar, mirar el mundo que nos rodea.
¿Y tú qué haces mientras no ves televisión?