La referencia más común que podemos obtener del discurso popular    es; “la  juventud de hoy”  no es igual a la de otros tiempos,    la juventud hoy en día está sumergida en el superficialísimo, el consumo, el sin sentido, la    autodestrucción, la inconsciencia social, el vacio intelectual y cultural, la aceleración pulsional del placer módico, la fiesta perpetua,      etc., y sí, así es, ésa percepción no está equivocada, sin embargo sólo se postula la mirada a un sujeto que cruza por un momento biológico-cultural que lo atrapa y que ha sido identificado como joven o adolescente, sí, no sólo ellos están inmersos en un panorama sombrío del consumo, la apatía, la comodidad hacinada por    el capitalismo, el mundo entero respira a bocanadas esa atmósfera, no exclusivamente el sujeto joven biológico.

Sin embargo la experiencia psíquica que denomina a la juventud, no es una etapa, si no que se encuentra instaurada en la experiencia del cambio en la dinámica pulsional del sujeto, la juventud como un momento inconcluso e interminable en la estructura psíquica que dispone de la autonomía y lucha por el cambio constante, es decir; la juventud es    la rebeldía que se levanta contra el opresor, contra la ley cruenta, contra la injusticia del voraz, amenaza la impunidad de la obsesión por el poder, la juventud es lastimada por el sufrimiento de la miseria y los genocidios perpetuados por el adulto, la juventud exige perpetuamente el cambio del sujeto, significa la renuncia de la constancia y el conformismo, la juventud es el tesoro que posee el individuo por toda su existencia; a los 10 a los 25 a los 58 a los 90 años, la temporalidad no cesa de constituirlo, sin embargo el individuo puede renunciar a ella en el momento que así lo desee o se le haga más cómodo, este día es el mejor momento para ser joven.

Ejemplos claros se encuentran difuminados en    la historia, en la antropología de los pueblos , en los movimientos que fundan los diversos    personajes que han cambiado la realidad; jóvenes    de la talla de;  Gloria Arenas Agis y Jacobo Silva Nogales,    Digna Ochoa, el Sub-Marcos,  Ignacio del Valle, Felipe Álvarez,  Lidia Cacho,    Bradd Will, Lucia Morett,  Emeterio Marino Cruzy su familia, por mencionar unos pocos, representantes de la dinámica pulsional que define al sujeto de la juventud, el verdadero espíritu juvenil que no se apacigua, no pide permiso para vivir,  ellos que crecieron y murieron y    jamás cayeron    en la temporalidad biológico-cultural que pretendía incubarlos y callarlos en el mundo adulto del capital y la acumulación de poder, esa verdadera juventud que nos deja el espacio libre como testamento,  la sangre hirviente de la lucha y el puño en alto, avanzando y mirando directamente a los ojos del opresor.